En todo proceso donde se establezcan objetivos y metas debe existir un
proceso de evaluación. En el ámbito
educativo, la evaluación provee de elementos que fortalecen la toma de
decisiones de acuerdo con las necesidades arrojadas en los procesos de
retroalimentación realizados para detectar debilidades y fortalezas en cada uno
de los estamentos que conforman una institución. Es así como en educación la
evaluación es un elemento regulador que permite valorar el avance y los
resultados del proceso a partir de evidencias que garanticen una educación
pertinente, significativa para el estudiante y relevante para la sociedad.
Según Sttuflebeam y Shinkfield (1987) la evaluación es “el proceso de
identificar, obtener y proporcionar información útil y descriptiva acerca del valor
y el mérito de las metas, la planificación, la realización y el impacto de un
objeto determinado, con el fin de servir de guía para la toma de decisiones,
solucionar los temas de responsabilidad y promover la comprensión de los
fenómenos implicados”.
De la misma manera, para Rodríguez (2005) la evaluación en sentido
general, es el conjunto de procesos sistemáticos de recogida, análisis e
interpretación de información válida y confiable, que en comparación con una
referencia o criterio nos permite llegar a una decisión que favorezca la mejora
del objeto evaluado.
Teniendo en cuenta lo anteriormente expuesto, se puede decir que la
evaluación es un proceso sistemático que permite obtener información válida y
confiable de todo aquello que ha sido trazado como metas, y que después de
haber sido analizados e interpretados sus resultados, nos sirvan de referente
para tomar decisiones que nos permitan mantenernos en un proceso de
mejoramiento continuo con el fin de alcanzar un nivel óptimo de calidad.
De acuerdo a los resultados de la Evaluación
se harán los reajustes o Mejoramientos
de la enseñanza.

